01/04/2012

Concierto Enrique Bunbury en Santo Domingo

Anoche fue increíble, única, mágica. Fue la liberación de mis cadenas espirituales, de mis errores, de mis debilidades. Anoche me desprendí de mis ataduras, de mis demonios, de mi amor prohibido e imposible. Ya no afilo el cuchillo para mi garganta. Anoche fue el momento de curar mi corazón, de hacerle CTRL+ALT+DEL a mis recuerdos, a mis sentimientos, mi desamor y luego a mi estado civil. Ha llegado la hora de olvidar a esa mujer, la que fue el amor de mi vida. Anoche fue un renacer, difícil hubiese sido sin ir al concierto de Enrique Bunbury.
De las personas que me conocen, incluso de mi familia, de las más cercanas, pocas entienden lo que significa la música en mi vida. Eso no me preocupa, pues yo navego en mi locura. Me entrego totalmente a la marea de las melodías, de paz, de melancolía. Heavy metal, hard rock, rock, lo que sea de mi gusto que me libere. ¿Acaso hay algo mejor que ser libre? ¿Y qué mejor para llevarme al éxtasis, que las canciones de Enrique Bunbury?
Gracias a Jaime, mi antiguo jefe, he logrado estar de cabeza en el montaje de este concierto. Además de algunas entradas VIP, (que costaban $ 2,500 c/u) me asignaron mi brazalete, ID y unas cosas más. ¡Era un sueño hecho realidad! Mi artista favorito desde principios de los 90 estaba aquí... y yo ahora lo podía ver. No desde muy cerca, pero ¿qué importaba? ¡Tenía la mejor vista de todas!

¡Jaime, mil gracias!  
Tuve la oportunidad de ver el primer ensayo de la banda sin Enrique. Más tarde lo vi llegar a la tarima, caminaba de aquí para allá, miraba todo con detalle. Unos minutos después se acercó lentamente  al micrófono e hizo una señal (listos) y arrancaron a  tocar "Los habitantes". Rápidamente el manager ordenó a  los de seguridad a evitar que los demás empleados tomaran fotos o grabaran con celulares, pero tuve la oportunidad de tomarle la primera foto de su ensayo, también lo grabé en video... jeje.
Todo estaba en su lugar, todo estaba listo. Así de rápido como vino,  así se fue, y con el los músicos. Rato después  abrieron las puertas para  el público... Se veía la emoción de muchos, la desesperación de otros por ponerse "alante" desde temprano. Yo  tenía  mi vista garantizada. No necesitaba estar cerca, ni de aguantar empujones  ni hombres  sudados.
Luego de las 9:45 p. m., arranca el concierto, mis emociones borbotaban como la magma del sol. Si alguien me hubiese grabado en video, pensaría que yo tenía orgasmos múltiples. ¡Jaja! No sé ni como describir lo que sentí durante toda esa avalancha del cantinero. Entre canción y canción veía mi vida pasar frente a mis ojos. Lágrimas no me faltaron, y sí, yo sé llorar como todo un hombre. Vi mis errores y mis logros, vi mi propia felicidad y mis amores perdidos. Esa noche lloré, lloré lo suficiente, no lo niego. Pero, me liberé. Repito; ¿Acaso hay algo mejor que ser libre? Dejé atrás unos años que ahora son parte de mi pasado. Sencillamente fue la mejor experiencia de mi vida. La música es todo en mi vida, mi vida es toda mi música, una sin la otra no tienen sentido.
Aquí estoy con Javier, el maestro de ese majestuoso sonido. El tremendo sonidista que acompaña a Bunbury en sus giras. He visto espectáculos bien de cerca, ¿pero éste? De principio a fin fue una pieza de arte. Ahora, a renovar mi visa para verlo en otro país antes que pasen 8 años más. Porque como él dijo: Voten por quien voten, las cosas no cambiarán...
Hoy me ha tocado cambiar a mí, después de mucho tiempo me he encontrado conmigo mismo, he aceptado mis errores y descubierto mucho del potencial que llevo dentro. Hoy me he perdonado a mí mismo, he dejado atrás un lastre que no merecía cargar.  Siento una paz interior que nunca en mi vida había sentido. ¡Ese es el poder de la música! Por eso es el lenguaje universal por excelencia, no hay barreras, no hay idiomas, no hay edades. Espero que mi hija también aprenda a valorar esta música. La llevo en la sangre, la llevo en la cabeza... ¡Me siento totalmente liberado de mis cadenas!

Podría jurar que en este concierto vi un túnel de luz, sentía totalmente erizado cada centímetro de mi piel, sentí una lluvia que solo caía sobre mí. Una experiencia única en mi vida. (Algo así como dicen los "cristianos" cuando son "tocados por dios". Muchos se pueden reír, pensar que estoy loco. Lamento decirles que hasta en la mejor felicidad hay un trago de locura. Mientras otros sufren callados, yo dejo fluir mis emociones y me doy la oportunidad de vivir como un ser humano completo. Me siento sanado.

Mucho antes del concierto, ya tenía a Enrique Bunbury en mi cabeza. ¿Se nota?