A la mujer que viaja
hay que amarla cuando no trabaja.
Porque nunca tiene tiempo,
viajar es su vida, no un pasatiempo.
Gusta más del viaje que del destino,
disfruta tanto del agua como de un buen vino.
Siempre trae un recuerdo o una fantasía,
hay que complacerla esa noche y al otro día.
Con tenis y una mochila en su espalda,
poco la verás con tacos y minifalda.
Su sensualidad no está escondida,
está en su cerebro, en su carácter y en su vida.
Lo que nos parece una locura,
para ella es otra gran aventura.
A ella lo que le gusta es viajar,
sola o acompañada, lo sabe disfrutar.
La pasa bien en pareja, familia o amigos,
sea en traje de baño, pijama o abrigo.
Una cámara y un buen libro son su equipaje.
Cada viaje es una fiesta y cada fiesta es un viaje.
La mujer que viaja...
en todos los ambientes encaja.
Es un sensual camaleón,
sonríe y se adapta a la situación.