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25/11/2009

¡Hoy nací de nuevo!


Hoy día 25 de noviembre, creo que he vuelto a nacer.

Anoche pasé por casa de mi hija Laura,  para  verla y  hablar algo con su madre. La que necesitaba que depositara unos papeles en el colegio donde está mi hija, lo cual accedí. Por lo que el día de hoy salí unos minutos más tarde de lo habitual rumbo al Seminario en que estoy participando en el Hotel Hamaca, pues me detuve en el colegio unos 5 minutos o un poco más haciendo la diligencia de mi hija, luego salí hacia la autopista Las Américas, rumbo al seminario.

“Agarré” mi autopista como siempre he tomado, rápido, pero sin imprudencias. A la “altura” (debería ser distancia, pero los de aquí hablamos así) del kilómetro 22, o 23 de la autopista, casi frente de la zona franca de Las Américas me pasa este detallito:



Voy rápido en el carril central detrás de una camioneta, a la izquierda va una jeepeta y un auto, van casi parejos por lo que no podía rebasarles. De repente que la camioneta frena por un  motorista sin casco cruzando la autopista desde el carril izquierdo al carril central y al derecho, suelto el acelerador y le toco bocina... por suerte se "quita del medio" y continúa desde el centro al carril derecho (pero no hasta el “paseo”). 

Cuando vuelvo a acelerar no pasa ni un segundo y de la nada... me sale otro motor, pero con tres (3) personas sin casco haciendo lo mismo... por lo que me echo a la izquierda al carril central, pero ahí estaba la camioneta, que frenaba para no darles... debí seguir entre el central y el derecho pues yo mantenía casi la misma velocidad que la camioneta, ella frena casi de golpe y evita el motor que lleva los tres, pero este motor seguía hacia el carril donde estaba yo. Estos venían prácticamente sin mirar.

Aún sin frenar, evito al motor del carril derecho, pero los hijos de su mald__ madre en el otro motor seguían diagonalmente hacia mí... Si giraba a la derecha le daba al primer motor, si seguía derecho le daba al motor de los tres, si giraba a la izquierda  le daba a la camioneta y si frenaba me chocaban por detrás... Busqué la forma de pasar entre ambos motores.

Hice una especie de "Z", como un zig-zag corto, así ganaba espacio con el primer motor y evitaría al otro motor más lento. Pero por más bocina que toqué, siguieron como si nada y:


El motor más lento  me chocó y prácticamente se quedó pegado de la puerta trasera izquierda, eso hizo que el motor y los tres idiotas me dieran un "culatazo" haciéndome perder el control de mi carrito, cuando me vi apuntando a la izquierda vi que le daría a la camioneta, cuando meto el guía a la derecha, veo que le voy a dar al otro motor y de repente me veo entre una "mata de coco" y un poste de luz. Al final fue con el poste.


Aguanto la respiración, aprieto mi guía  recuesto mi espalda del asiento, tenso todos mis músculos y ¡Pum! Me lo llevo... En menos de 5 segundos veo como vuelan esos mald____ motoristas, desprendí del suelo el poste. Luego del golpe, eché un solo "coñazo", abrí mi puerta y salí. Vi los motoristas tirados. Con todo y choque, yo ni me despeiné. (Y eso, que casi nunca me peino)

Salí del carro y me pongo a llamar al 911 y nada, llamo a la policía y nada, llamo a los bomberos y nada, llamo a Seguridad Vial (entrada de Carretera de Samaná) y nada... Al ver a los tirados en el suelo y que nadie respondía, empecé a tomar fotos al carro. Los mirones llegaban corriendo, ¡se mató el del carro! ¡Se mató el del carro! ¡Y chocó un motor!

De la nada apareció un teniente del EN que trabaja conmigo, se quedó hasta llegar los AMET.  Señores... ¡Qué decentes, qué profesionales, cuánta amabilidad de los AMET.. ¡Me sorprendieron! Empezaron a tomar datos de todos y a hacer preguntas y me sorprendió esto:  El motorista al que "no le di" salió en mi defensa, diciendo: "nos metimos mal, yo lo vi pero ellos no, el lo hizo bien, fue culpa de los del otro motor". Yo me quedé con la boca abierta. Pues lo que uno espera es que te hable de Darío Contreras y de dinero... pero este fue decente, claro y sincero (algo raro ver eso en un motorista).

De todas los compañeros de trabajo que llamé, se me apareció Fernando. Al ver el tumulto de gente le dije: mano estoy bien, llévate mi bulto con todo lo que pude sacarle al carro. Cuando el se va ahí llego la grúa no se de dónde, pero llegó. Aparece una camionetica y se llevan a los tres accidentados (uno de ellos estaba feo para la foto) no se para dónde y la grúa se lleva mi carrito. Casi ahí me doy cuenta que se me van las llaves de mi casa, y el capitán Valdéz de la AMET se ofreció "cortésmente" a llevarme en su vehículo (en calidad de detenido) al destacamento del Megapuerto. De ahí me llevó a otro destacamento donde me esperaba uno de mis jefes. Y "jefes con jefes se entienden".

Esperamos la llegada del capitán a cargo para tomar mi declaración, cuando acabamos me dice: "Ven mañana después del mediodía, según me informen como están los accidentados, debes ir al tribunal de tránsito, luego te devolvemos tu licencia y con este papel vas y puedes buscar tu carro al día siguiente".  Después de dar las gracias a todos, le pedí a mi superior que me llevar al hotel Hamaca a terminar el último día del seminario que estoy tomando, me llevó. Todo el mundo sorprendido al verme , pues seguí mi día normal, y a la tarde le pedí a Fernando que luego de salir del seminario me llevar a la clínica Integral II, para ver a un médico (por si acaso).

Fui a emergencias, me enviaron a un ortopeda traumatógolo... me revisó todo el pecho, espalda, hombros y brazos... solo me mandó a tomar una radiografía de la clavícula izquierda, por suerte todo lo revisado esta babien. Dijo que fue el "jalón" que me dio el cinturón y me dio un solo boche por esperar todo el día para revisarme luego del accidente... y mandó para mi casa. Ahora solo espero que llegue mi esposa para contarle mi día.

Le doy las gracias a los mirones que no me entraron a pedradas ni me atracaron, como acostumbran ante estos accidentes.

12/02/2006

¡Lulú! ¿Y tú?

 

Keilys Feliz: fallecida trágicamente el 12 febrero del 2006.

Yo estaba libre y recibí la llamada más angustiada de mi vida. Alexander llamaba desde la torre de Punta Cana con llantos que confundían sus palabras, a penas entendí: ¡Roy, se mató Lulú! ¡Se mató Lulú!

Era media mañana, yo recién me levantaba de mi cama, con la boca empalagosa y con los ojos llenos de ustedes saben qué. Lo escucho, pero mi cerebro no lo asimila, solo atino a repetirle: ¿cómo fue? ¿cómo fue? Luego de respirar una o dos veces, se calma un poco y me repite lloroso lo que yo no quería oír: ¡Roy, se mató Lulú! ¡Se mató!

Me turbé, ¿de qué servía llamarme a mí? Realmente no sé por que lo hizo, yo estaba libre. Ya que hay un protocolo, un orden de prioridades previamente establecido ante rumores, suposiciones, confirmaciones de tales tragedias. Así que luego de colgarle, llamé inmediatamente a la torre del aeropuerto de Arroyo Barril y el controlador de turno me confirmó lo que nunca quise oír. El HI410CT, un Cessna 172 había caído al suelo a los pocos segundos de despegar. Llevaba a bordo al piloto al mando, a otro piloto que iba de "bola" y a nuestra Lulú.

Aunque no hay grabaciones de los últimos momentos de esa aeronave, tuve fuertes vínculos con los involucrados presenciales. Por lo que tengo conocimiento de cosas que no salieron en los periódicos, contadas por los presentes.

El piloto era novio de Lulú y vivía en el Cibao. Era un principiante, un novato, no era muy experimentado, como diríamos en mi trabajo, era un "maldito nuevo". Lulú trabajaba conmigo en la Torre de Punta Cana y había salido libre ese día, como muchos de nosotros aprovechaba la "bola" en avioneta para llegar a su casa. Solo que esta vez debían hacer una breve parada en Arroyo Barril, allí estaba el otro piloto que también salía libre. Ya los tres dentro de la aeronave, listos para despegar y dentro de la pista, otra aeronave, PA31 se acerca desde el aire para aterrizar, en esta va un buen amigo de todos nosotros, momentáneamente se saludan y el novato dice: Aquí llevo a Lulú. Lo que el otro respondió: Hey, me la cuidas. Ya cuando cada uno se "tiene a la vista" solo resta esperar el permiso del controlador.

El piloto más experimentado nota desde el aire que mientras el C172 despega, hace una maniobra clásica antes de realizar una pirueta. Y le pregunta: ¿Hey mano, qué vas a hacer? El novato responde: "Mira, para que veas que yo también puedo"... Después de despegar y mantener un vuelo rasante por unos segundos, el piloto le decía: ¡vas lento, vas lento! Pero el otro (novato al fin), posiblemente incitado ante el gusto por la adrenalina de Lulú, continuó. Lo que seguía era que este halara bien fuerte el timón de la aeronave para ascender de forma casi vertical.

Lamentablemente, la falta de pericia y experiencia de un novato, deseoso de hacer algo arriesgado para llamar la atención de su novia hace que olvide detallitos como: Sumar el peso de los pasajeros, el peso de los equipajes de estos, y el combustible que este habría echado antes del viaje. Este simple cálculo le habría salvado la vida a ese idiota y a dos personas más.

La avioneta mientras apuntaba hacia arriba, empezó a caer hacia la derecha, del lado del asiento de Lulú. Mientras eso pasa, el otro piloto ya por aterrizar en la misma pista usada, por lo que vio con sus propios ojos la tragedia. La avioneta cae en unos matorrales a escasos 300 metros fuera de la pista, algunos equipajes salen disparados por el impacto. Inmediatamente empieza el fuego.

Se activa la alarma, salen los bomberos pero, el avión accidentado está fuera del aeropuerto. Deben salir de este hacia la carretera, luego internarse en los matorrales. Ahí se perdió un tiempo precioso... Cuando el piloto del PA31 aterriza apenas apagado los motores del avión, baja a los pasajeros y sale a toda carrera hacia el lugar del accidente. Este llega a pie, prácticamente al mismo tiempo que los bomberos. Solo puede ver la avioneta consumiéndose en llamas... no hay nada que hacer.

Después de apagar el incendio, se acercan a sacar los cuerpos de los 3 fallecidos, pero nuestro amigo se abalanza y diciendo: ¡Yo la saco! ¡Yo la saco! La tomó en sus brazos, aguantando la respiración por el olor a carne quemada del cuerpo sin vida de nuestra Lulú.

Ella aún tenía su mano derecha agarrando a la ventanilla, y su mano izquierda aferrada a su monedero y a su carnet del aeropuerto, cosas parcialmente quemadas, las que oprimía contra su pecho.

Lo primero que atina nuestro amigo fue llamar a otro piloto, más amigo de nosotros que este mismo, pues fue el más querido novio de Lulú. Se suma el reperpero, el corredero, la morgue, la policía, los forenses, todo el vivo por la zona solo hablaba de eso.

No sé quién le avisó a los padres de Lulú, pues yo no me atreví, solo sé que en nuestro ambiente laboral nunca habíamos vivido semejante pesadilla. Siempre hay una primera vez y parece que las primeras veces siempre duele. Ya con los restos de Lulú en Santo Domingo, supe que un compañero controlador fue a identificar el cuerpo de Lulú, pues nadie quería darle ese golpe a sus padres.

El exnovio de Lulú, también piloto, fue quien recibió los efectos personales de ella. Pero no tuvo el valor de entregárselos a la familia, así que los llevó para mi casa. Los guardé en mi habitación, podrán imaginar el tremendo olor a gasolina y humo. Medio carnet quemado, medio monedero quemado, su celular, otras cosas que no recuerdo y su maleta. Durante unos días vi a mi amigo llorar como todo un niño, se tiraba en mi cama a llenarla de lágrimas, baba y moco. Mi amiga Lulú, la que fue su novia, había muerto.

Durante los rezos diarios en casa de Lulú, intentamos ir a entregar sus pertenencias a los padres, pero a mi amigo siempre se le "abría el pecho" y nos devolvíamos de la entrada. Hasta una tarde que llegamos lo vi con intención de devolverse, le apagué el carro y le quité las llaves. Prácticamente lo desmonté de su carro y después de decirle dos o tres insultos... por fin entregamos las cosas a la familia.

Hay cosas en la vida no tienen explicación, ¿cómo los creyentes dicen: "debemos dar gracias a dios por todo, dios obra de forma misteriosa, todo obra para bien, y otras cosas más" mientras que alguna tragedia destruye sus vidas? Me disculpan, pero ya no creo en nada de eso. Si un ser superior amara tanto (como dicen), el sufrimiento tampoco sería tanto. Cuando terminaron los rezos (actos que no me convencen, pero respeto), hice lo evidente, seguir con la vida que conozco, controlar aviones. Me enteré de que meses antes, Lulú había sacado un seguro de vida, si, eso mismo, un seguro de vida. ¡Vaya casualidad!

Mi amiga había terminado la universidad, había comprado un carro, había sacado un seguro de vida. Su familia iba a ser remunerada, ¿pero a qué precio? A aquella alta suma (de unos 6 ceros), debemos agregarle lo que correspondía por el seguro de la compañía de la aeronave, como daños a terceros. En resumen, el hermano menor heredó el carrito, y los padres los milloncitos. Conociéndolos, ellos preferirían vivir pobres, pero con su hija junto a ellos.

Antes de mi amigo y yo irnos de allá, también recibimos la primicia de que el fallecido tenía planeado venir a casa de los padre de Lulú a formalizar los amores, pero la noticia que nos sacudió era que el tal "novio" estaba comprometido en el Cibao con todo y fecha de boda. Imagino que quería darse la gran vida, una allá y una aquí, pero se le dio a menos. 

Ya con demasiada información para tan poco tiempo, decidimos dejar a la familia con sus más íntimos allegados y volver cada uno a su casa. En el camino volvimos a la misma cantaleta, los lagrimones de mi amigo. Y con razón, pues de verdad la quería, de verdad la quiso, solo que se dio cuenta que en ese entonces no "podía hacer" nada por ella.

Cuando mi amigo y Lulú eran novios (lo que era un secreto público) era costumbre escucharlo saludarla cuando él estaba a bordo de un avión y ella estaba en la torre de control. En la frecuencia se le escuchaba con picardía diciendo: "¡Lulú! ¿Y tú?", ya pueden imaginar la sonrisa que ponía esa muchacha! Después que Lulú murió, nunca más escuché ese saludo. Se fue con ella.

Dándole el final a este escrito imagino que Lulú esta mirándome frente a mi laptop, en silencio, con su cara de "¡cuidado con lo que estás escribiendo de mí!"...

Una gran sonrisa brotaba de mi amiga cada vez que escuchaba ese saludo secreto, tan corto y sencillo, pero intenso y lleno de vida, como era ella.


¡Lulú! ¿Y tú?